Sunday, December 30, 2018

Imaginando el futuro


Imaginar el futuro es una tarea que emprendemos todo el tiempo. No importa cuál futuro sea, aun el más cercano y nimio, es un futuro que nos importa: ¿qué vamos a comer en la noche?, ¿qué traje me voy a poner para salir con mi pareja?, ¿iré al supermercado hoy o mañana? Cada instante, cada segundo, nuestra mente calcula sus futuros y decide sus cursos de acción: de esa capacidad de cálculo dependió alguna vez nuestra especie para sobrevivir y en la actualidad, sigue siendo la enseña de nuestra naturaleza.

Sin embargo, el futuro nos llena también de angustia. Porque tenemos miedo de lo desconocido, de lo inesperado, de las amenazas que puedan traer consigo. Siempre ha sido así y no es de extrañar que sea así ahora. Tan importante es para nosotros que hemos aprendido a calcular y calcular, a imaginar qué pasaría si ocurriera esto o qué haríamos si sucediera esto otro. Es el eje sobre el que se basa la especulación, los proyectos y planes, y hasta la literatura.

La ciencia ficción es un género literario que apuesta constantemente por futuros imaginados. Propone una imagen de lo que pueda depararnos nuestras acciones, una imagen que muchas veces resulta atrevida, incluso, intimidante. ¿Por qué? Pues porque la mayor parte del tiempo lo que domina nuestros cálculos de futuro es el temor. Y es que cuando calculamos el futuro no podemos evitar pensar en el pasado: en nuestras experiencias, fallidas o acertadas; en nuestros errores, en nuestras culpas. El pasado es el gran telón de fondo de nuestro futuro y lo sigue siendo a menos que rompamos con él.

Esto no significa que haya que ser lúgubres. Podemos imaginar futuros brillantes, cargados de gloria y éxito. No es preciso augurar solo errores o desaciertos. Y la ciencia ficción se ha atrevido con todo: con los futuros oscuros y también con los claros. Porque en nuestro pasado también hemos brillado, hemos acertado, hemos sabido sortear el peligro. El año 2062 que pinta Señora del tiempo no es un año perfecto ni es una Costa Rica sin errores, pero es mucho más accesible que otros futuros posibles: en ese año vive gente que se preocupa por nuestro bienestar y que es capaz de anticipar el peligro y salvarnos de él.

Y aun así, todos estos futuros son proyecciones. ¿Qué nos espera el 2019? Ya imaginemos un futuro de una forma u otra, siempre será un cálculo, una estimación de nuestra naturaleza precavida y temerosa, una estimación que nos sirve para prevenirnos, para estar seguros. No es preciso convertirla en una ominosa fase de oscuridad, porque también puede ser brillante. El 2019 se nos presenta como un año más, un año en el que habremos de vivir muchas nuevas experiencias y que pueden ser tanto sombrías como hermosas.

Todo dependerá, al final, de cada uno de nosotros.

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